Berreodecisión

   No iban a poder con él. Insistía trepando por la pared hasta el punto justo en que conoció, por primera vez, el impresionante mundo que, ante sus diminutos ojos taladrados adornados de lindas pestañas, se le presentó como un mar profundo bajo las nubes. Un mundo, lleno de ese misterioso aire que aún no le había permitido deslizarse por él.

   Fue el decimoquinto, pero el primero, su material, hojas casi en blanco, apenas sin usar del cuaderno de matemáticas del año anterior. Todos volaron menos él, incluso el siguiente a él, hasta ese voló, pero él no, él quedó en el suelo casi aplastado.

   Con feroz esfuerzo trepaba una y otra vez por la pared, y en sus oídos de papel, escuchaba aquel: “Vamos, lánzalo, es el primero que has hecho en tu vida, aunque será seguro, no volará”

  Aquellas palabras retumbaban en los alerones del pequeño avión de papel. Su corazón se le partía en mil trozos al sentir la terrible maldición que cayó sobre él nada más nacer, pero no, nada iba a evitar conseguir su sueño.

  Los números que llevaba tatuados en su cuerpo le apoyaban, ellas, dos restas de dos dígitos muy difíciles de resolver, aunque los muy miedosos de los números le susurraban, “Ten cuidado, nosotros los números no sabemos volar, y a mí, qué soy un cuatro perfectamente dibujado, ya se me han roto las patitas de tanto golpe y caer al suelo”

  Él, estuvo a punto de llamar a los números cobardes, pero no cejó en su intento, y ni el agua, que la tormenta al verle, por poco lo moja, pero ni ella pudo evitar su continuo intentarlo de nuevo.

  Aquel metro y medio que separaba la ventana del suelo, para el avioncito de papel que, miraba con sus ojos llenos de pestañas que le dibujó la mamá de aquella niña torpe, que, no supo modelarlo bien, aunque sabía que no era justo al pensar así de ella, él era su primer avión de papel, y aunque él, por mucho que intentaba retorciéndose modelarse de nuevo, por más que lo intentaba, al llegar a la ventana, el golpe, a cada intento, era mucho más grande.

  En una de las veces que cayó al suelo, su caída fue amortiguada por un trozo de pan, y al retorcerse por modelarse de nuevo, dentro de él quedaron miles de miguitas.

 Palomas y gorriones se abalanzaron sobre él, dejándolo lleno de pequeños agujeritos. El 3 que aún quedaba tatuado y maltrecho en su cuerpo, dio un último suspiro y se dejó vencer, pero él, el avioncillo de papel le animó, “Venga, no te dejes vencer, vamos, vamos a volar, volaremos como jamás nadie ha volado” pero el picotazo de una paloma, se llevó al valiente tres, valiente por qué intentó luchar y no dejarse vencer, quedándose muy solo el avión de papel.

  Dentro de su cuerpo aún brillaban 5 ricos trocitos de pan. Un gorrión que había hecho nido en un campanario cercano, tomó con su pico el avión del suelo, y lo elevó, para llevarle los trozos de pan que brillaban, ricos y nutritivos dentro del cuerpo del avión de papel, a sus polluelos.

   A pesar de los picotazos que recibió al llegar al campanario, el vuelo fue inmenso, “Vuelo, estoy volando”, gritaba mientras era zarandeado por el aire atrapado en el pico del gorrión.

  Una vez que el gorrión recogió todos los trozos de pan que quedaban dentro del avión, el aire lo llevó de nuevo a mecerlo entre las nubes. Él, no podía imaginarse la maravilla que era volar, y aún con todo el esfuerzo en vano que estuvo haciendo, lo estuvo haciendo, “volé”, gritaba y sonreía muy feliz, ya no le importaba su sino, había conseguido su sueño.

  Maltrecho, el aire lo dejó en la ventana que fue lanzado por primera vez. La niña que lo fabricó, al ver los restos de su primer avión, lo recompuso y lo lanzó de nuevo desde la ventana.

  Voló, majestuoso y muy orgulloso de todo lo que había conseguido. Se dio cuenta que iba directo a un gran charco, pero no le importó saber su final, él, para ser el primer avión de papel hecho por alguien que no sabía hacerlos, voló mucho más que los fabricados por cualquier experto.

  Él agua, al verlo que llegaba a estrellarse contra ella, se balanceó para recibirlo como un héroe, y allí, flotó hasta fundirse ambos en uno.

Imperio

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6 respuestas a Berreodecisión

  1. María R. dijo:

    Pocas veces los sueños se cumplen, la vida es implacable.

  2. puck dijo:

    Es un cuento precioso, lleno de ternura. A veces cumplimos los sueños aunque no de la manera que esperábamos, y quizás a veces sin darnos cuenta.
    Bess reina.

  3. Ana Azul dijo:

    Que bonito cuento. Si se persevera al final se conseguirá lo que se quiere aunque parezca que nuestro empeño ha caido en saco roto. Besos azules
    Ana

  4. Aniña dijo:

    La fortaleza es mayor de lo que parece..
    besitos

  5. Aire dijo:

    Hola, ola de mar…
    Supongo que aún sabiendo que nos vamos a estrellar y terminar un poco rotos, debemos intentar el vuelo y además volar con orgullo de ese momento sin pensar en los finales. Si no, nos quedamos ahí en tierra siempre, paralizados y sin llegar a hacer aquello que deseamos.
    Un beso Shi, del Aire

  6. puck dijo:

    A partir de aqui no me salieron tus actualizaciones. Envíame una invitación para volver a suscribirme a tu blog. Abrazo.

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